Las empresas con una cultura de datos sólida tienden a ver los datos como un activo estratégico. Estas empresas fomentan el intercambio y el uso de datos en todas las funciones y a todos los niveles. Esto requiere una mentalidad abierta hacia los datos, la comprensión de su valor y la voluntad de invertir en las competencias y tecnologías necesarias para gestionarlos con eficacia.